Javier Cinca Monterde es ya un
clásico del mundo “underground” zaragozano. Consciente de que nunca ha querido
ser “mainstream”, de que como sus gustos musicales, su paso por el mundo de la
cultura iba a ser “a su aire”, a su libertad. Rehúye boatos, partes traseras de
autoridades tan antojadas y tan lamidas por los trepas de siempre. Jamás ha
pretendido estar, ha preferido ser. Y así le va. De bien, pues lo que a todos
se nos pedirá al final del recorrido, es sin duda un mínimo de coherencia, y
Javier Cinca lo cumple sobradamente.
Y toda esta reflexión al hilo de
la lectura de Dramatis Personae. Los
papeles del S.T.I. (STI Ediciones, 2014), su personal pasar revista a
muchos años de labor como editor, como crítico y estudioso musical, como
agitador cultural. Los papeles son una recopilación de artículos, entrevistas,
textos memorialísticos, prólogos, todos de su autoría, que aparecieron muy a
menudo en revistas de vida fugaz y escasa repercusión, o también en fanzines
rompedores.
Aunque algunos de los
protagonistas de dichos textos sean sobradamente conocidos (Burroughs, Canetti,
Kafka), una gran mayoría son desconocidos, desconocidos para la masa, desde
luego para la borreguil masa que se sacia con la basura más infecta, y que ni
en sueños se asoma al mareo de cualquier abismo. Se trata de algún poeta
maldito, de músicos de la experimentación, de grupos musicales de culto, de
varios personajes maltratados por el “establishment”, por la “kultura” asentada
y plana.
Javier Cinca ha sido el
apasionado ferviente de las otras músicas, que primero abrió una tienda de
vinilos en la famosa zona de bares de Moncasi en los felices ochenta, y que
hace unos pocos años tuvo el atrevimiento de unir, bajo un mismo techo
comercial, libros de lance y venerables vinilos.
Es así mismo, el editor que
publica lo que le viene en gana: alguna novela que bien podría ser tan
comercial como cualquiera, si es que en este país los grandes editores
realmente publicaran lo que vale la pena, y no únicamente lo que les llega
recomendado por sus amiguitos; poemarios de los crudos, de los densos, de los “beat”
sin nombre en la nomenclatura oficial; pequeñas joyas que nos descubren autores
extranjeros que se asomaron hace ya algún tiempo a esta tierra nuestra, o a nacionales
descartados por el rígido fluir del canon literario. Y en ello sigue.
Vuelvo al libro. Se inicia con
una cita nada inocente de un texto de Schopenhauer, a propósito del desprecio
suscitado por los diletantes entre los eruditos. Es el avieso delito de
cultivar una ciencia o un arte por el goce que se experimenta en ello. El goce
que encontramos a lo largo de estas páginas de apasionado encuentro con las
letras, con la música, con el arte. La intensa alegría de haber sido joven e
inexperto, de haber vivido noches muy largas en bares con mucho humo y
demasiadas sustancias, y ahora, de haber sobrevivido para poder contarlo.
Me interesa y me siento más a
gusto con la parte más literaria del volumen. Yo también viví esa Zaragoza de
la que se habla, aunque fuera diez años más tarde. Dos generaciones que
inevitablemente todavía confluyeron, los restos de lo anterior flotaban en el
ambiente, sus ecos permanecían.
Me arrastra ese proyecto para
toda una vida, ese Sindicato de Trabajos
Imaginarios, que empezó como un proyecto colectivo contra el aburrimiento y
lo convencional, como promotor de aventuras musicales y boletines, de
manifiestos y comunicados en la línea de las vanguardias de pro; y que, con el
paso de los años daría nombre a una editorial pequeña, a una línea editorial
valiente, discreta, auténtica.
¡Qué extraña fascinación producen
los poetas malditos, los que se quedan al margen! Cómo no reconocer mi
ignorancia ante la realidad de los poetas sonoros italianos. Sus nombres, sus
obras, se me escapan. Javier Cinca bucea en esos mundos, como lo hizo cuando
participó intensamente en festivales internacionales en sus años jóvenes,
trayéndose un abundante material que no
ha querido dejar inédito.
No, el poeta Javier Cinca, editor
y editado en el siglo XXI, con su notable Poemas
de Londres (STI, 2008), firmado como Javier Viriato (su nombre de guerras
pacíficas), no está en el Parnaso, ni el 2.0, ni en ningún otro. No creo que lo
necesite.
Demasiados olvidos en Parnaso 2.0.
ResponderEliminarEn fin...
Extraño alzheimer que relega y ningunea...
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