¿Cómo es tu abuela? Y la tuya,
¿cómo era?
La mía era una mezcla de abuela
cocinillas, costurera, guardasecretos, moderna a su manera, y más que tacaña,
excelente administradora.
La diseñadora gráfica,
ilustradora, artista para todo e incluso letrista de canciones, la sevillana Raquel
Díaz Reguera, nos emociona con su libro “Abuelas de la A a la Z”, un compendio
libérrimo, entusiasta y bellísimamente ilustrado por quien además aporta los
textos, de un lirismo arrebatado, en un homenaje rotundo a todas las abuelas
que han sido.
Mi abuela no tenía nada de bruja,
aunque tenía un carácter poderoso y una personalidad firme como sus manos de
luchadora. Mi abuela ni era preocupona ni tiquismiquis, eso sí, una
perfeccionista al cien por cien, empeñada en conseguir sus objetivos: ocuparse
de su hija y de sus nietos hasta el final de sus fuerzas, como así hizo –cuando
tocó cuidarla, ni eso dejó que apenas hiciéramos, se marchó discreta, rauda,
para no molestar, para que no nos dolieran más de la cuenta sus quejas-.
Háganse con este volumen, mis
alumnos de 1º de ESO ya lo han disfrutado. Se han rendido a sus deliciosas ilustraciones, a la disposición
en besos, recuerdos, frases y dichos, mascotas, habitaciones ad hoc, esencias y bolsillos. Todo lo que son las
abuelas, para dejar después abiertas las ventanas a nuestra imaginación, porque
cada una de nuestras vivencias a su lado se convierte en páginas de un diario
fantástico, ensoñador, mágico.
Las abuelas de las ilustraciones
rezuman sensibilidad, escapan de cualquier categorización, no son ni
infantiles, ni juveniles, ni ñoñas, ni frías, ni únicamente cálidas, ni tampoco
merecedoras de otro premio que la cara ronroneante del nieto al que curan “la
pupa”.
Agradecer a Raquel Díaz, otra más
de las numerosas estrellas de nuestro potente firmamento de la ilustración,
haber escuchado nuestra petición silenciosa de ocuparse de esas figuras
imprescindibles en la vida de tantos humanos. Si no hubiera publicado esta
joya, le quedaría pendiente para siempre, y nosotros estaríamos un poco más
huérfanos de amor de abuela. En serio, no se la pierdan.
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