martes, 24 de junio de 2014

Y todo lo que me aportan los chicos...

(Publicación en Facebook, el 25 de noviembre de 2013)
 
Y sigo recibiendo aportaciones valiosísimas de los chicos del taller de Lengua. El otro día, para nuestra lectura del comienzo de clase, me llevé al aula un libro, lo empecé a leer y eso de que el personaje esté leyendo el mismo libro que nosotros, que lo que lea sea nuestro, lo nuestro suyo, que la realidad sea espejo de la ficción, que lo inventado cobre vida propia, eso de la literatura dentro de la literatura (lo llaman metaliteratura) nos gustó mucho. Así que he decidido continuar leyendo este libro que atrapa con una historia poco convencional, tan literaria.

“Cada vez me gustaba más el libro. Y, desde luego, no cabía ninguna duda de que, fuese quien fuese, Stevenson sabía cómo contar una historia, de forma que parecía que era A TI al único que se la estaba contando. Y sin embargo, es curioso: te llevaba muy cerca de sus personajes sin tener que decirte cómo eran, de modo que si estabas dispuesto a llegar a alguna parte fueses tú quien tenía que ir llenando todos los agujeros que él dejaba en el camino. Cerré la novela y me puse a imaginar cómo sería Romeo Portugal: joven, de unos catorce o quince años, tal vez pelirrojo, no demasiado alto y seguramente muy frágil. Por alguna razón estaba seguro de que debía llevar una gorra, una de ésas como la que tiene siempre puesta Bob Dylan en sus fotos de cuando acababa de cumplir los veinte años. […]”
Fragmento de "Dónde crees que vas y quién te crees que eres", de Benjamín Prado.
 
 
Dónde crees que vas y quién te crees que eres

No hay comentarios:

Publicar un comentario