miércoles, 12 de noviembre de 2014

Gloria Fuertes en el cielo y paz a los hombres y mujeres de buena voluntad...

Cúmulo de casualidades, coincidencias, hora bruja constante,... ¿Cómo explicarlo de otra manera?

Primero fue buscar un libro de poemas para que mi preciosa sobrina Sara lo llevara al cole. Rebuscando, reencontré y reaprecié "Obras incompletas" de la escasamente (lo que no puede ser más injusto) valorada Gloria Fuertes.


 Lo siguiente fue acudir como hago con cierta frecuencia, al blog de Begoña Oro (me declaro fan), para encontrarme con las siguientes joyas:

http://elblogdelao...ro.blogspot.com.es/2013/11/gloria.html

http://www.mediavaca.com/…/au…/escritores/102-fuertes-gloria

-Atención con lo que aparece en la página de Media Vaca, es puro oro también...-

Y por si la cosa no fuera ya materia de "poltergeist", recibo hoy lo que será la siguiente entrega de Poesía para llevar, y adivinen señores la autora seleccionada (lástima que con la etiqueta "para lectores no adultos", revísese por favor), sí, es ella, la inconfundible maga de las palabras, la poeta con la que tantos crecimos a las rimas, que recuerdo subida en aquel árbol de una importante avenida de Madrid durante la retransmisión de la Cabalgata de Reyes, en un irresistible e imaginativo agarradero a la ilusión...






La valiente muchacha que se rebeló contra todos ejerciendo de poeta (no le gustaba poetisa, a mí tampoco) y llevando corbata, escribió lo siguiente:



CUANDO TE NOMBRAN

Cuando te nombran,
me roban un poquito de tu nombre;
parece mentira,
que media docena de letras digan tanto.
Mi locura sería deshacer las murallas con tu nombre,
iría pintando todas las paredes,
no quedaría un pozo
sin que yo me asomara
para decir tu nombre,
ni montaña de piedra
donde yo no gritara
enseñándole al eco
tus seis letras distintas.
Mi locura sería,
enseñar a las aves a cantarlo,
enseñar a los peces a beberlo,
enseñar a los hombres que no hay nada
como volverse loco y repetir tu nombre.
Mi locura sería olvidarme de todo,
de las 22 letras restantes, de los números,
de los libros leídos, de los versos creados.
Saludar con tu nombre.
Pedir pan con tu nombre.
-Siempre dice lo mismo- dirían a mi paso,
y yo, tan orgullosa, tan feliz, tan campante.
Y me iré al otro mundo con tu nombre en la boca,
a todas las preguntas responderé tu nombre
-los jueces y los santos no van a entender nada-
Dios me condenaría a decirlo sin parar para siempre.






 

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